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viernes, 20 de agosto de 2010

El origen de la Rata Negra

Presentar a Jack Marchal no es algo fácil. Auténtico polo cultural nacionalista, frecuenta los grupos más miticos (Occident, GUD, Ordre Nouveau, PFN) con su humor corrosivo desde hace más de 30 años… Según sus palabras: “Fue viendo a los izquierdistas del campus de Nanterre que entendí que los enemigos de esos bastardos no podrían ser otra cosa que mis amigos; así fue como conocí la cruz céltica, en el invierno de 1966-1967. En el articulo siguiente nos describe, desde un punto de vista de amante de tebeos, el génesis del símbolo de la militancia nacionalista radical ¡La rata negra! .
Esa rata negra de humor ácido ha creado un cierto espíritu, combinando agresiones verbales, autoburla, nostalgia humorística de lo que es odiado por los que están enfrente, provocación y orgullo; ese humor “rojinegro” que constituye la herencia de los movimientos nacional-revolucionarios en Francia, Bélgica, España e Italia… Hombre de cultura (dibujante de Alternativa, conocida revista de GUD, autor junto a Frédéric Chatillon y Thomas Lagane de la obra “Las ratas malditas” sobre los 30 años de historia de los movimientos nacionalistas de estudiantes en Francia). Marchal es también músico, precursor de la aventura del RIF, donde de hecho participa. En 1979 realizó un álbum titulado “Ciencia y Violencia” (reeditado).
¿Puede explicarnos el comienzo de la Rata Negra?
Apareció como símbolo del GUD hace treinta años, a finales de enero de 1970. De forma fortuita, sin ser totalmente fruto del azar. Me explico: en esa época una manada de grupúsculos político-sindicales de ultraizquierda habían aprovechado la relación de fuerzas resultantes de Mayo del 68 para colonizar las universidades francesas. Los pasillos de las facultades estaban repletas de stands y de pancartas de textos interminables y repetitivos, de tipos que pasaban el día entero escribiendo en gran formato manifiestos revolucionarios, es increible como los marxistas sabían ser extensos cuando se les dejaba. En el centro jurídico parisino Assas, donde nos infiltramos en la muchedumbre adversaria, GUD trataba de distinguirse de la charlatanería del ambiente con carteles lo más escuetos posible, con algunos slogans humorísticos dibujados con una gráfica específica. Se nos distinguía al primer vistazo, incluso con el logo ausente (desde la disolución de Occidente no nos atrevimos a sacar la cruz céltica). Yo era de los que estaban encargados de hacer los carteles (o de al menos revisar la ortografía), bajo la dirección de Frédéric B., uno de los antiguos dirigentes de Occidente. Un profesional, salía de Bellas Artes, dibujaba los carteles de Occidente, así como las primeras de Ordre Nouveau. Nos enseñó que sólo la estética es revolucionaria y que imponer un estilo es el mejor medio de ser visto y de llegar a ser fuertes.
Sin embargo, en ese invierno de 1969-70, les dio a nuestros adversarios por poner carteles de caricaturas, a veces no muy malas, que atraían la mirada y que estaban normalmente dirigidas contra nosotros. No podíamos quedarnos atrás, teníamos que contrarrestar: ¡Gud se expresaría con tebeos gigantes, con colores, legibles desde lejos! Tenía bastantes tebeos cuando tenía 10 o 12 años, nada dibujado desde entonces, pero me repuse. Y lanzamos una crónica ilustrada graciosísima, casi cotidiana, me pasaba dos horas cada tarde en el local de GUD; con otros camaradas delirábamos mientras seleccionábamos las ideas más descabelladas… La actualidad lo ponía fácil, la agitación universitaria era noticia en los periódicos. Me llevaron a negociar el caso del delegado superior de la universidad de Naterre, donde los izquierdistas le habían forzado a refugiarse en unos baños. En nuestro tebeo le puse tirado entre la basura, entre peces podridos y mondaduras. También puse una rata, era lógico en ese lugar… En su primera aparición, estaba sólo para roer una zanahoria, pero no tardó en expresarse, en hacer comentarios sarcásticos en su rincón. Era muy práctica la rata. Es una tendencia muy natural poner en el margen un pequeño personaje que haga el contrapunto con la escena principal (proceder sistemático de Brueghel como entre otros dibujantes americanos, sin olvidar Gotlib y su mariquita. Noto que desde hace un tiempo el infame Plantu no para de poner una pequeña rata en una esquina de sus dibujos que publica para El Mundo. ¿Sabrá el infeliz en qué lío se está metiendo?).
Entonces, nos encontramos con esa rata que, en el fondo, decía lo que teníamos que decir. Es cuando Gérard Ecorcheville, el camarada que en ese momento se ocupaba de la propaganda del GUD, tuvo una iluminación que jamás podremos agradecer: “Eh, esa rata… ¡Pero si somos nosotros!”. Esa genial observación entrañó una de las principales dificultades para mí, que era saber como representar a GUD en los hechos donde era actor. ¿Con el aspecto de heroicos caballeros hiperbóreos? ¿De jóvenes chicas y chicos sobre ellos? ¿En brutales batallas siempre victoriosas?… En fin, en un golpe de mano hemos encontrado a la vez una representación satisfactoria, un logo, un signo distintivo que nos diferenciaba entre nosotros y los otros, un símbolo, todo un estilo. Fue un éxito inmediato, al día siguiente todo Assas supone que GUD = ratas, las masas se empujaban para leer la crónica del día, la rata ha sido copiada y recopiada por todas partes, allá donde los militantes se encontraban en el GUD, incluso salió por la televisión durante los incidentes en Assas en febrero/marzo 1970.

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