Las denuncias anunciadas con bombos y platillos por el gobierno argentino de boca del Canciller Timmerman, ¡pusieron en fuga a los ingleses y a los habitantes de Malvinas, quienes quieren la autodeterminación! Fue tal el susto que se llevaron que emprendieron rápidamente la retirada. Bueno, ahora hablando un poco seriamente, decimos que: Las denuncia a llevarse a cabo ante la justicia internacional, no es ni más ni menos que reconocer a un gobierno mundial o un poder global; de esta maneras entramos “de rodillas, atados de pies, manos y con los ojos vendados” como corresponde a un país periférico y de cuarto orden. La sumisión de nuestra patria es total y absoluta a ese poder, cuyo arquitecto son los ingleses. Si bien perdimos una guerra con los piratas imperiales, luego y en un gobierno democrático se nos impuso y que sin condicionamiento firmáramos los argentinos durante el gobierno de Carlos Menem, LOS TRATADOS DE PAZ POR LA GUERRA DE LAS MALVINAS, aprobado por ley del congreso nacional nro. 24.184 y posteriormente se tuvo que modificar la constitución argentina para facilitar la entrega de todas nuestras aéreas estratégicas como resarcimiento a los vencedores, sobre todo con la introducción de los arts. 124 y 125 a la carta magna. Ahora el reconocimiento es total y explicito, las declaraciones del gobierno nacional son de una subordinación plena a esos poderes, reconociendo como de competencia a esa justicia internacional o mundial, teniendo un cipayo argentino como representante como lo es el Dr. Moreno Ocampo, uno de los que juzgaron a las FF.AA. argentinas. Entonces nos debemos preguntar ¿Cómo es que los EE.UU. ante el descubrimiento de la tenencia de armas de destrucción masiva, como tenía Irak antes de ser invadida, no efectuaron denuncia alguna ante ese organismo jurídico? ¿Cómo es que la OTAN no efectuó denuncia al dictador Libio Muammar Kadaffi, por los ataques a su pueblo? ¿Cómo es que ese poder global no denuncia a Irán por el desarrollo de tecnología atómica con fines militares? Parece que nosotros somos los únicos que creemos en ese tipo de organismo, parece que la justicia, al igual que en otras oportunidades, como lo fue en el diferendo por el Beagle, van a fallar en nuestro favor, o tal vez como lo fue en el caso de las papeleras, cuando los tribunales de la Haya, dijeron “NI” y siempre nuestros gobiernos “progresistas” y a la vanguardia del mundo nos sometemos a la jurisdicción internacional. Inglaterra necesitó hacer una guerra como lo fue con nuestro país en 1982 por Malvinas, era el hecho internacional que necesitaba para imponer los TRATADOS de Madrid del 15 de febrero de 1990, de Londres del 11 de diciembre de 1990 y para que se firmara el Tratado de Washington con los Estados Unidos del 14 de noviembre de 1991 (ratificado por ley 24.124). Sin guerra previa no había causa para los tratados de paz, que tienen términos tan leoninos como los que le fueran impuestos a Alemania luego de haber finalizado la Ier. Guerra Mundial en 1918 en los tratados de Versalles. Inglaterra que sabe definitivamente el estado de corrupción y de disolución que vive nuestra patria, hecho que fuera producto de sus planes y de la ineptitud de nosotros los argentinos para poder determinar este tipo de cuestiones en el ámbito estratégico y geopolítico. La aplicación del derecho no es posible sin la existencia de FF.AA. poderosas, cosas que ellos han venido ejecutando y fortaleciendo en nuestras islas usurpadas para hacer valer lo que nosotros hemos firmados y que los sucesivos gobiernos posteriores a Menem ni siquiera abrieron la boca.
Las bravuconadas de una desquiciada y su propósito de engañar a nuestro pueblo, característico de gobiernos tiránicos y demagógicos populistas que de no revertirse esta situación nuestra patria será fragmentada como unidad geográfica. Las acciones políticas en el ámbito internacional y fundamentalmente las relacionadas con Malvinas y sus usurpadores los ingleses, son absolutamente una mentira y cortinas de humo para engañar a nuestros compatriotas y esta clase “gerenciadora” política justifican un accionar de complicidad en la “disolución nacional”.
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